LOS SEIS DESIERTOS DE CUARESMA

Por: P. Guillermo Serra, L.C.

07 / Abr / 2014

CRUZAR LOS SEIS DESIERTOS JUNTO A CRISTO

 

La Cuaresma comienza con una invitación del Espíritu Santo a ser llevados junto a Cristo al desierto. Cuarenta días pueden parecer muchos, pero serán pocos si dejamos que el Espíritu Santo tenga la iniciativa y la libertad para actuar en nuestros corazones.

 

Son 6 semanas para avanzar por 6 desiertos que nos donarán un fruto profundo y duradero si los cruzamos con paciencia y confianza.

 

 1. Desierto del silencio:

El desierto es el lugar del encuentro porque es el lugar del silencio. Primero un silencio que nos libra de los ruidos del mundo, después un silencio que nos libra de los ruidos de nosotros mismos, nos quita miedos, egoísmos, máscaras y nos abre a la escucha del otro. Un otro que es el mismo Jesucristo. Un yo que se abre al Tú con mayúsculas.


2. El desierto de la fe:

Aquí todas nuestras certezas humanas son puestas a prueba. El alma quedará desnuda delante de su creador y verá las estrellas como Abraham y podrá renovar su alianza con
Dios desde la fe. De noche, en el desierto, se ve más lejos, se ven paisajes que de otro modo nuestros ojos nunca verían. Hagamos la prueba y contemplaremos un mundo nuevo.

 
3. El desierto de la esperanza:

Llevamos en la mochila de nuestra peregrinación muchas ilusiones, deseos y planes personales. El desierto nos irá enseñando que pocas cosas son importantes, que sólo Dios y su voluntad nos harán felices. Al cruzar este desierto, aprenderemos a vivir de esperanza, la cual nos regala el rostro de Dios en cada acontecimiento y circunstancia.

 
4. El desierto del amor:

Esta fue la experiencia de tantos personajes del Antiguo Testamento. Dios es un enamorado del hombre y en el desierto nos hace su declaración más grande de amor. “Te
creé por amor y te sigo buscando por amor: ¿quieres seguirme?”

 
5. El desierto de la humildad:

Cada paso en el desierto se hace difícil, la arena se hace pesada, el calor del día pesa, el frío de la noche nos incomoda. Aprenderemos que “somos polvo y al polvo volveremos”, nos sentiremos cansados, hundidos, agotados… Pero fruto de esta experiencia será nuestro grito a pleno pulmón: “Señor, te necesito, ¿dónde estás? Dame tu mano, no me dejes solo”
 

6. El desierto de la libertad:

La última semana nos llevará a cruzar este desierto tan amado y temido por muchos.
Queremos libertad para amar pero tememos equivocarnos, comprometernos hasta el
final. Y Cristo nos enseña en este último  domingo de Cuaresma a cruzarlo con su ayuda.
“Yo he vencido porque soy libre y entrego mi vida por vosotros”. Nadie la toma, yo mismo la doy”


 
Pidamos la ayuda de María para que de su mano crucemos estos 6 desiertos obteniendo el fruto que Dios quiere para cada uno de nuestros corazones.
 

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