Martes

Misterios Dolorosos

Amor con amor se paga

 

22 / Mar / 2013

Dios es mi Padre y me ama con amor eterno. Dios es amor. Y me creó por amor. Existo porque Él lo quiso, fue una decisión de amor: Vivir quiere decir ser amado.

«Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor» (1 Jn 4, 7-19). Dios es mi Padre y me ama con amor eterno. Dios es amor. Y me creó por amor. Existo porque Él lo quiso, fue una decisión de amor: Vivir quiere decir ser amado. Dios me creó para algo muy importante... No para el egoísmo, tampoco para la mediocridad, menos aún para la desdicha.

Dios me creó para ser feliz, en esta vida  y en la eternidad; para ser feliz no hay más que corresponder a este gran amor que Dios me tiene. Él nos eligió en Cristo antes de crear el mundo para que fuéramos santos e irreprochables ante sus ojos, por el amor, y determinó, porque así lo quiso Él, que por medio de Jesucristo fuéramos sus hijos (Ef 1, 4-5).

¡Cuánto ha hecho Dios por nosotros y sigue haciendo cada día, a cada instante! Gracias debería ser la palabra más repetidas en cada momento: Gracias al amanecer, gracias al mediodía, gracias al atardecer; gracias por los días pasados; gracias por este día y gracias, también, por los días por venir. ¡Qué alegría ser de Dios, pertenecerle, servir a tan gran Señor, amar a tan magnífico Padre y poder decir desde el corazón: Soy de Dios felizmente y para siempre. Sólo podremos comprender el amor de Dios cuando experimentemos su misericordia, cuando nos tomemos de su mano que se extiende hacia nosotros para levantarnos del lodo en el que a veces caemos. Y entonces, ese día al saber cuánto nos ama Él, querremos con todas nuestras fuerzas ser santos; conoceremos el amor y sabremos que todo es posible para el que ama. Con qué ternura decía San Juan: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre que no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos (1 Jn 3, 1) ¡Qué felices seríamos si cada día, a cada hora y durante toda la existencia tratáramos a Dios como un verdadero Padre y experimentásemos su amor. El experimentar este amor no es cosa reservada para algunos pocos. Todos estamos llamados a la comunión con Dios, a la santidad. Es una gracia que hay que pedir sin cansancio; si de verdad queremos cambiar y dejar para siempre la mediocridad, necesitamos experimentar el gran amor que Dios nos tiene, no hay otro camino. Pero para ello, hay que plantearse seriamente lo que uno está dispuesto a hacer por Dios.

No se ama con las palabras sino con los hechos. En las áreas en que somos más débiles, ya sea en relación con nuestra familia, en nuestro carácter, hábitos adquiridos, superficialidad, etc., tenemos una mina de oro para fraguar nuestro amor a Cristo, ya que es en la lucha en las cosas de cada día donde se demuestra la fuerza del amor.

Somos de Dios y  para Dios. No encontraremos la felicidad fuera de Él, fuera del amor. Podemos recordar aquella parábola en Lucas 15. Cuando el joven rico se fue de su casa, causó al Padre una enorme tristeza. Sin embargo, el más triste en la historia terminó siendo el mismo hijo: no pudo encontrar la felicidad lejos de su Padre. Lejos de Dios estamos perdidos, sin luz, sin paz, sin ilusiones, sin nada. Sin Dios experimentamos la vida vacía y sin sentido, la falta de alegría y realización. Nada llena, ni el sexo, ni las drogas, ni el dinero, la fama, los viajes, ¡nada!  Lo decía San Agustín: Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti. Nuestra felicidad está en amarle, servirle y poseerle. Por eso, podemos concluir que amar a Dios y cumplir su voluntad es lo único importante en esta vida. Hay sólo un giro entre una gran insatisfacción y una entrega definitiva. ¿Qué es lo que te frena o te ata todavía? Pídele a Dios que te dé la gracia de que esa atadura se rompa para siempre. ¿Dios es un Padre y un amigo para mí? ¿Conozco su amor? ¿Para mí el cristianismo es seguir a Cristo de manera apasionada? O por el contrario ¿ser cristiano es algo aburrido y tedioso?

Av. Ignacio Morones Prieto 791 pte.
San Pedro, Centro, Garza García, N.L.
Monterrey, México
info@virgenperegrina.org
+52 (81) 8338SKYPE.5960
  
¿Nuestro sitio te gustó o te ayudó a estar más cerca de María? ¡Compártelo!
REZA EL SANTO ROSARIO EN FAMILIA, DESCARGA NUESTRA APP
 
Virgen Peregrina de la Familia ©. 2024. | Aviso de privacidad | Auspiciado por el Movimiento Regnum Christi y los Legionarios de Cristo. Todos los derechos reservados.