NO HA HECHO CON OTRA NACION COSA IGUAL 4

Por: Pbro. Roberto Figueroa Méndez; PASTORAL SIGLO XXI

17 / Nov / 2020

En los pueblos prehispánicos de lengua náhuatl, eran comunes los “difracismos”. ¿Qué eran los difracismos? Partiendo de la realidad de un objeto, éste, en la mente del indígena se transforma en una idea o concepto. Cuando un objeto concreto transformado en idea o concepto se une a otro diferente, de ambos surge un nuevo concepto, superior a los otros 2 juntos. Para nosotros, estos difracismos pueden sonar como parte de un poema bello o una bella unión de palabras, pero en el mundo prehispánico, estos difracismos tenían una significación muy importante.

En el Nican Mopohua (documento en náhuatl que narra las apariciones de Santa María de Guadalupe), podemos ver que en los primeros párrafos aparece la expresión: “in atl in tepetl= entre los ríos y los montes”. Esta expresión es un difracismo que en este artículo no explicaré, porque ese tema lo abordaré en otro artículo más adelante. Sólo anticipo lo que significa este difracismo: pueblo, ciudad o civilización. Con esto ya tenemos un ejemplo de 2 conceptos: agua y cerro, que unidos, surge uno superior= pueblo.

Para los toltecas y para los aztecas, las flores eran muy importantes, valiosas y significativas. Su fragancia, su belleza eran altamente reconocidas y admiradas. Cuenta Bernal Díaz del Castillo que, al llegar a Tenochtitlan en 1519, se asombraron cómo las casas estaban llenas de flores y algunos caminos también contaban con flores de dulce fragancia. Los aztecas tenían un cuidado especial en el cultivo de las diversas y variadas flores.

Para los aztecas, la flor representaba la verdad, ellos rechazaban las mentiras y amaban la verdad. La flor representaba la verdad porque las flores tienen su tallo y los tallos su raíz. La buena raíz auguraba una bella flor. Recordemos que el náhuatl era una lengua que se transmitía de forma oral. Sólo se escribían los códices. Por esto, la verdad era aquello que se transmitía de manera oral generación tras generación. Verdad en náhuatl se dice nelli, esta palabra procede de otra: nelliliztli, que significa arraigamiento. La verdad es algo que está arraigado, que tiene la fuerza de una buena raíz. Por esto mismo, la sabiduría no procedía de lo nuevo, sino de lo antiguo, de las tradiciones, de los abuelos, de los ancianos y ancestros. A diferencia de otros pueblos, en el mundo azteca se valoraba altamente a los ancianos. De ahí que la Virgen de Guadalupe se le apareciera a Juan Diego, a sus 57 años, que sanara y revelara su nombre completo al tío Juan Bernardino, más anciano aún. Si el siglo azteca era de 52 años, una persona de esa edad o mayor ya era digna de ser escuchada y su palabra tenía autoridad y raíz.

Antiguamente, cuando un súbdito llevaba un mensaje de su tlatoani a otro tlatoani, el mensajero de mucha confianza, debía llevar flores, para dar a entender con esto que su mensaje era verdadero. Así, Santa María de Guadalupe, el 12 de diciembre, hace surgir variadas flores del Tepeyac para que Juan Diego las muestre como la señal con la cual el obispo deberá creer que Juan Diego es el auténtico emisario de la reina del cielo y su mensaje es verdadero. Cuando Juan Diego contaba esto a los pobladores de estas tierras, ellos entendieron rápidamente que aquello era digno de ser aceptado, pues la edad de Juan Diego lo avala y la presencia de las flores, junto con el mensajero muy digno de confianza, embona perfectamente con lo que ellos conocían y sabían de sus tradiciones.

Al tomar las flores entre sus manos, Santa María de Guadalupe es la Emperatriz que envía su mensaje al Tlatoani Obispo.  Ella, como una buena agricultora, labra el corazón de Juan Diego para colocar ordenadamente las flores en el hueco de su tilma, en lo más profundo de su persona, de su corazón.

Santa María de Guadalupe no sólo envía flores, Ella misma, al plasmarse en la tilma de san Juan Diego plasma sobre su vestido variadas y hermosas flores, unas grandes terminadas en punta, otras de 8 pétalos, y la más importante: Nahui Ollin, que representará la presencia del Verdaderísimo o Arraigadísimo Dios por quien se vive.

Santa María de Guadalupe llega con la verdad de Dios para que se edifique en estas tierras mexicanas una nueva civilización llena de la verdad de Dios, que tiene su raíz en el cielo.

¿Y el canto, pues el difracismo es flor y canto? De eso les escribiré en el siguiente artículo… ¡HASTA LA PRÓXIMA!  

 

Pbro. Roberto Figueroa Méndez

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