7 RAZONES PARA SER APÓSTOLES DEL ROSARIO

Por: Ernesto Martínez, FUENTE: CATOLICOS EN ACCION

19 / Ene / 2016

“Para ser apóstoles del Rosario es necesario tener experiencia en primera persona de la belleza y la profundidad de esta oración, sencilla y accesible a todos. Es necesario ante todo dejarse conducir de la mano de la Virgen María a contemplar el rostro de Cristo: Rostro Alegre, Luminoso, Doloroso y Glorioso” Benedicto XVI

Se ha escrito y dicho tanto sobre el Santo Rosario que es difícil proponer un contenido al respecto. Sin embargo, espero poder transmitir a través de estas líneas al menos un poco de la experiencia de tantos jóvenes, hombres y mujeres, ordenados, consagrados y laicos, que día a día luchan por su fe, Rosario en mano, perseverando en el amor de Dios, de la mano de María y buscando ser verdaderos discípulos y apóstoles de Jesucristo. Espero, que a partir de estas líneas se multipliquen más y más las Aves Marías que suben hasta el cielo para ser tomadas por nuestra Buena Madre y ofrecidas a Jesús por su intercesión y para gloria de Dios.

Ahora, sí queremos ser Apóstoles del Rosario y descubrir la verdadera belleza de esta oración, tenemos que empezar por practicarla; solamente rezando el Rosario podrás vivir el Rosario. Lastimosamente muchos cristianos católicos no somos aún capaces de dar un verdadero testimonio de nuestra fe y menos del sentido verdadero del Santo Rosario. Es triste contemplar cómo para muchos el Rosario es un “sin sentido” o una cosa más. Algunos incluso lo reducimos a un simple objeto de moda o amuleto de la buena suerte, portando llamativas camándulas alrededor de nuestros cuellos para sentirnos protegidos o simplemente porque “se ve bien”. Cuántos más ven el Rosario como mera decoración, porqué tiene estilo o porque se ve bien en las manos de esta u otra imagen de la Virgen María. Y acá debo decir algo: ¡Claro que se ve bien en las manos de María!, pero ¿Y en tus manos se ve bien o no?… ¿Se ve bien un Rosario en tus manos? Reflexiona tu respuesta.

Sigamos con nuestra reflexión. Muchas personas (tú puedes ser una de ellas) dicen que el Rosario es aburrido, es repetitivo y sin sentido; muchos no creen que sea una verdadera oración y lo reducen a una mera devoción popular. Otros tantos lo ven solo como una oración para rezar en el “cole” cuando hay un acto a la Virgen y porque allí se ve “todo bonito”, algunos lo ven solo como una oración para viejecitas piadosas o para rezarlo cada vez que vas a un funeral. ¡Cuán equivocados estamos al reducir el Rosario a lo temporal! Cada cristiano católico debería tocar las cuentas del Rosario como pasamanos para la eternidad.

Saben, personalmente he descubierto que el Rosario es un lazo de amor que, a través de María, me une a Jesús siempre; aún en los momentos en que mi fe es puesta a prueba o en aquellos momentos en que por mis pecados me alejo de la gracia de Dios, el Rosario me sostiene, me regresa a los brazos del Padre y me sumerge en la misericordia divina. ¡Cuánto nos ha amado Jesús! ¡Nos amó hasta el extremo! Porque no solo entregó su vida por nuestra salvación sino que también a su Madre para acompañarnos en el camino. Cuando hace ya un tiempo empecé a rezar más frecuentemente el Santo Rosario estaba muy lejos de precisar lo que Dios haría en mi vida a través de esta oración. Aunque desde muy pequeño aprendí como rezarlo, debo confesar que pase muchos años alejado de su práctica. Si tú en estos momentos haz dejado de rezar el Rosario o nunca lo haz rezado porque no encuentras un motivo para hacerlo, considera lo siguiente y decídete a dar un paso más en tu discipulado y apostolado… de la mano de María:

CONTEMPLA LA VIDA DE JESÚS.
Meditar el Rosario es meditar la vida de Jesús. Parece increíble pero rezando cada decena vas contemplando literalmente la vida de Jesús: El gozo de su venida, la luz de su Evangelio, el dolor de su pasión y la gloria de su resurrección. Muchos dicen que el Rosario es una oración bíblica y ¡vaya que tienen razón! No solo porque en cada misterio te acercas al Evangelio, sino también porque cada Padrenuestro y cada Ave María son en sí mismos ecos de la Palabra de Dios: “Padre nuestro” así nos dijo Jesús que debíamos orar; “Dios te salve María, llena eres de gracia…” es el saludo del Ángel Gabriel en Nazareth (Lc. 1, 28); “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre…” el saludo de Isabel a María cuando llega a su casa (Lc. 1, 42). Y que me dicen del Gloria, recordando el canto de los ángeles a los pastores en Belén (Lc. 2, 14).

PAZ, FORTALEZA, ALEGRÍA Y COMUNIÓN.
Si de algo estoy seguro es que después de rezar al menos una decena del Rosario tu día será diferente. Vamos, ¡inténtalo! He escuchado tantos testimonios al respecto, de cómo al rezar el Rosario te llega la paz que necesitas para enfrentar un día difícil de trabajo o para calmarte en esos momentos de angustia; de cómo rezar el Rosario te fortalece para enfrentar momentos difíciles y momentos decisivos de tu vida; de como rezando el Rosario dibujas sonrisas y te llenas de alegrías. Podrás preguntarte cómo puede ser posible eso, si talvés recitando las oraciones en el momento no sentirás nada especial, pero recuerda que al final la oración es diálogo en comunión del alma con Dios… no te preocupes, tu alma se comunica con Dios y eso se traduce en frutos en tu vida.

MÁS QUE DEVOCIÓN, CONVICCIÓN.
Te lo explico con palabras de Papa Francisco: “En la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo. En algún tiempo mirada con desconfianza, ha sido objeto de revalorización en las décadas posteriores al Concilio. Fue Pablo VI en su Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi quien dio un impulso decisivo en ese sentido. Allí explica que la piedad popular «refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer» y que «hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe». Más cerca de nuestros días, Benedicto XVI, en América Latina, señaló que se trata de un «precioso tesoro de la Iglesia católica» y que en ella «aparece el alma de los pueblos latinoamericanos»” (Evangelii Gaudium #123). Aplicado a nuestra meditación del Rosario: No reces el Rosario como mera religiosidad, porque tienes que rezarlo en el funeral de un difunto o en la procesión de la fiesta patronal. Reza el Rosario porque tienes sed de Dios, porque eres pobre y necesitas de Dios, porque a través de tu oración quieres entregarte a Dios para siempre y dar testimonio de Él por siempre.

ARMA DE BATALLA.
Hace años leí esta frase en una estampita: “Las cuentas de mi Rosario son como balas de artillería, que hasta el infierno tiembla cuando digo AVE MARÍA”. Decía San Pío de Pietrelcina, “Padre Pío”, que “con el Santo Rosario se ganan batallas”. Claro, estamos hablando de batallas espirituales que trascienden tantas veces sus efectos a los grandes retos de este mundo. Nunca pensemos que es vana nuestra oración en el Rosario, porque en la eternidad de Dios, Él siempre la toma para hacerla fructificar. Al demonio no le gusta que tu reces el Rosario, porque con cada oración alabas y glorificas a Dios, a su Madre María (la purísima y sin mancha de pecado) y porque tu alma es ganada para Dios, no para el maligno. Dos detalles para ver la realidad de esto: Cuando finalizas el Padrenuestro dices “y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal”, pides a Dios que te libre del MAL, del malo, del maligno, y que no te deje caer en la tentación… y Dios siempre escucha tus oraciones; luego, en cada Ave María bendices la venida de Jesús, nuestro Salvador diciendo “y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús”, y recuerda que al nombre de Jesús toda rodilla se dobla en la tierra, en el cielo y en el infierno (Filipenses 2, 10). Solo imagínate, si rezaras más el Rosario, cuántas más veces harías rendirse al maligno al decir el nombre poderoso de Jesús.

ORANDO POR.
La Iglesia es comunión de santos y el rezo del Rosario ayuda a toda la Iglesia a ejercitar esa comunión por medio de la intercesión. Si tú ofreces un Ave María por un alma del purgatorio, esa alma ofrecerá también una oración por ti. Más aún, te unes a María y a todos los santos y los ángeles en el cielo. Por otro lado, ¿Cuánta necesidad de oración existe en nuestro mundo? ¿Cuántos motivos hay para elevar una oración? Muchos, mira en tus realidades más próximas y encontraras bastantes, mira más allá de tus fronteras y encontraras infinitas razones; el Rosario es una maravillosa oportunidad para orar por mis necesidades personales ante Dios, por intercesión de María, pero también por las necesidades de mi prójimo, de la Iglesia, de la sociedad y del mundo entero. Ofrece tu Rosario y tus Ave Marías por alguna intención y verás que tu oración adquiere un propósito muy especial y querido por Dios.

“PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR”
Decía San Alfonso María Ligorio que “entre todos los homenajes que se deben a la Madre de Dios no conozco ninguno más agradable que el Rosario”. Cuando recitas cada Ave María, la estás bendiciendo a Ella y le dices “te amo mamá”, cada oración se convierte entonces en una rosa ofrecida por amor del hijo hacia la Madre. Si de verdad amas a María, por qué no te unes a Ella meditando y orando con el Rosario, diciéndole te amo, dándole gracias por su compañía e intercesión. Pero, ¿sabes algo? María no se queda con nada, porque Ella misma se reconoce como la “sierva del Señor” (Lc. 1, 38) y a Él le sirve y le glorifica… cada Ave María rezado con el corazón, en las manos de María se convierte en alabanza a Dios. Cuando Isabel reconoce la grandeza de María que ha llegado a visitarle, María inmediatamente alaba la grandeza del Señor (Lc. 1, 41-48). Recuerda, María no se queda con nada y ¡Qué mejor que nuestra oración se transforme en alabanza para Dios gracias a nuestra Buena Madre!

ESTAR SIEMPRE LISTOS.
Que el Rosario no sea una moda de apariencia, sino un estar siempre listos para la acción a través de la oración; listos para el combate espiritual, listos para interceder, listos para alabar a Dios. Lleva siempre contigo un rosario y úsalo cuando tengas que usarlo. No hay excusas: Rosario en tu cuello o denario en la bolsa de tu camisa o decenario como pulsera en tu mano… ¡O simplemente los dedos de tus manos! No lo andes para lucirlo, porque se ve bien, porque está de moda, etc… Llévalo contigo porque es el estilo del cristiano que está siempre atento y vigilante en la oración, porque cuando sientas la necesidad de rezarlo estará allí un pequeño auxilio para ayudarte a recitar cada Padrenuestro y cada Ave María. Siempre listos y vigilantes, siempre dispuestos y orantes, porque para rezar el Rosario no hay límites de tiempo, ni de lugar, ni de agenda, ni de espacio… puedes rezarlo en tu oficina, en la universidad o en la escuela, en el autobús cuando el tráfico no avanza, en una capilla, en tu casa, en la calle cuando vas caminando, en una procesión, en un Santuario, en una peregrinación, en un viaje de avión, sentado frente al mar, de visita en el hospital, ante la tumba de un ser querido, mientras conduces hacia casa, cuando esperas en la fila del banco, en la noche cuando no puedes dormir… cualquier momento y cualquier lugar pueden ser iluminados por la oración.

Rezando cada día te convertirás en un “Apóstol del Rosario”, porque conocerás más al Señor y de los misterios de su vida, porqué meditarás en tu misión y vocación por medio de la oración, porque te unirás más a Él y a su Iglesia, porque su amor dará frutos en ti, porque siempre necesitarás de tu Señor, porque tienes muchas batallas que pelear al lado de Jesús, porque la oración también es servicio y siempre hay alguien que necesita tu oración, porque amas a María, porque quieres alabar a Dios, porque siempre estás listo… porque si eres cristiano, te sientes amado por Dios y elegido por Cristo para dar testimonio de Él hasta los confines de la tierra (Hch. 1, 8); y porque si crees en Cristo, eres heredero del auxilio maternal de María, a quien honramos y veneramos con amor como hijos. Reza el Rosario, no tienes nada que perder, anda empieza ahora, ¡claro que vale la pena!

”El Rosario es oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Es la oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, en el seguimiento de Jesús, precedido por María” Benedicto XVI
 

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