LOS DE MI SECUESTRO FUERON LOS ROSARIOS MÁS BELLOS
Por: ACIPrensa
27 / Oct / 2016
Un sacerdote encontró en el rosario la fuerza suficiente para sobreponerse al haber sido secuestrado por el Estado Islámico en Iraq.
Durante los nueve días que duró su secuestro a manos de este grupo terrorista, el sacerdote iraquí Douglas Bazi se creyó hombre muerto, pero en ese momento de prueba le esperaba una cuerda muy especial.
Antes del secuestro, había sobrevivido a dos ataques con misiles en su parroquia en Bagdad, en otra ocasión, pusieron una bomba y en otra le dispararon en una pierna. Tiene dos balas en una de ellas.
En su secuestro, le rompieron dientes y tabique nasal, le vendaron los ojos y le amenazaron con dispararle inmediatamente si veía a sus secuestradores.
“Sangraba muchísimo porque me habían dado muchos golpes en la cara con un martillo y con las rodillas. Me pusieron unas cadenas y unos grilletes. Allí pasé nueve días horribles”, recuerda.
Por las noches lo torturaban, de día lo consultaban como consejero; lo único que le consolaba esos días era rezar el rosario.
“Viví un signo muy bonito. Las esposas con las que me ataban tenían una cuerda con diez nudos que usé para rezar el rosario. El padrenuestro, lo rezaba con el candado que unía las cadenas. Fue la mejor oración de mi vida. Fueron los rosarios más bonitos”.
Durante el cautiverio, lo dejaron cuatro días sin agua y ahora nunca se va a la cama sin algo de agua cerca. Además, le cuesta al menos dos horas conciliar el sueño.
“Nunca olvidaré esos nueve días. Recuerdo que lo único que pedía a mis secuestradores es que si me mataban se lo comunicasen a mi familia. No tenían que devolver el cuerpo, sólo informarles”, dijo.
El secuestro fue hace años, pero el sacerdote aún vive en Bagdad, en su parroquia de san Elías en Erbil, en donde acoge a varias familias refugiadas, pero ocasionalmente sale a dar charlas para concientizar sobre lo que pasa en su país y para pedir ayuda.
“Tenemos que perdonar para dejar que la gracia de Dios se transmita de generación en generación. De no hacerlo renacerá el odio y el dolor”, dijo.
Según explica, los musulmanes radicales “no aceptan ningún grupo educado y los cristianos somos de los últimos grupos que quedan así”.
El padre Douglas, gracias a instituciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada, les proporciona a las familias de su parroquia alojamiento, comida, agua y abrigo. A los mayores les ayuda a buscar trabajo, puso un aula de formación, otra de música y una biblioteca.
Por Rocío Díaz
Fuentes: Pontificia Universidad Católica de Chile, larazon.es y Aciprensa