NO HA HECHO CON OTRA NACIÓN COSA IGUAL 2

Por: Pbro. Roberto Figueroa Méndez

14 / Oct / 2020

El 8 de noviembre de 1519, en el encuentro de 2 hombres tan distintos, se dio también el encuentro de 2 grandes culturas occidentales hasta ese entonces: Hernán Cortés, que representaba al Pueblo español y Moctezuma, emperador azteca. Ambos tenían de qué enorgullecerse, pues los españoles tenían como rey al mismo Emperador de Europa, ya que Carlos I, rey de España, pasó a ser tiempo después, Carlos V, emperador de Alemania.

 

En ese entonces España tenía el control naval de Europa. A finales del siglo XV y a principios del siglo XVI, España era toda una potencia. Por otra parte, en Mesoamérica, los Aztecas ampliaron su Imperio a finales del siglo XV y lo consolidaron a principios del XVI. La mayoría de los pueblos mesoamericanos estaban sometidos a los aztecas. Así que Moctezuma, llegó a ser el Emperador con mayor extensión de todos los pueblos prehispánicos.

 

Sin embargo, a partir del 13 de agosto de 1521, los aztecas quedaron sometidos al reino español. Pocos meses antes de la conquista, los españoles trajeron enfermedades letales a América, tales como la viruela, el sarampión y otras más. Mismas que fueron factor decisivo para la conquista.

 

Después de haberse derramado tanta sangre desde 1519 hasta 1521 y, de someter a los hijos del sol, aquellos que se creían los responsables de la armonía de todo el universo, todo se vino abajo, la llamada “gran depresión” dominó al pueblo vencido: les fueron quitadas sus tierras, abusaron de sus mujeres y se dieron toda clase injusticias. El sometimiento español hacía prácticamente imposible el mestizaje como respuesta ante tanta muerte. En ese tiempo, como lo afirman algunos frailes historiadores, los niños mestizos morían de hambre o simplemente eran arrojados a los montes, pues ni los españoles se hacían responsables de esos hijos que habían engendrado en la batalla, ni los indígenas los querían por considerarlos fruto de violación.

 

¿Cómo pensar en el resurgimiento de una Nación que se está muriendo? Ni los buenos españoles, ni los frailes que fueron llegando a México tenían la solución de lo inevitable. Poco a poco empezaron a llegar a México los evangelizadores franciscanos. Primeramente, los enviados por Carlos V en 1523: Pedro de Gante y otros 2 más. En 1524, el Papa Clemente VII envió a 12 frailes franciscanos. Después llegaron los dominicos. Pero fue tan frustrante el inicio de la evangelización que algunos frailes se regresaron a España y otros ya informaban al primero Obispo de la ciudad de México que deseaban regresarse a sus tierras por las pocas conversiones y lo devastado que estaban algunos pueblos, como lo informa el mismo Fray Juan de Zumárraga a Carlos V en 1529. La situación se puso aún más grave cuando estos mismos frailes, en su desconocimiento de la cultura indígena, al ver que los nativos de estas tierras adoraban ídolos que parecían demonios, les decían que sus ancestros estaban en el infierno por haber sido adoradores de satanás. Sin saber que una de las realidades más valiosas para los indígenas eran los antepasados, los abuelos, los ancestros.

 

Entonces, ¿No hay futuro para estos pueblos mesoamericanos?

 

El Acontecimiento Guadalupano vino a cambiar totalmente la realidad tanto social como religiosa en estas tierras. Lo sucedido del 9 al 12 de diciembre de 1531 vino a ser el detonante de algo nuevoAntes de ser colocada la Imagen impresa de nuestra Señora de Guadalupe en la Ermita del Tepeyac el 26 de diciembre de 1531, ya eran cientos los que se acercaban a la Iglesia Mayor (donde ya había sido colocada por el mismo Obispo) para contemplar y leer la Imagen como un códice. Incluso, en la misma procesión de ese 26 de diciembre, los indígenas entonaron cánticos relacionados al evento guadalupano. Meses después del evento, el Obispo Fray Juan de Zumárraga partió para España entre marzo y mayo de 1532 para responder a las acusaciones que le hizo la Primera Audiencia. En 1533, en ausencia del Obispo, los mismos pobladores de Cuauhtitlan, agrandaron la Ermita por ser insuficiente para la cantidad de personas que asistían.

 

Nos informa Fray Toribio de Benavente “Motolinia” que para 1540 ya se contaban más de 9 millones de indígenas conversos. Nunca había sucedido tal evento en la historia de la Iglesia. Para 1556, el segundo Arzobispo de México, Don Alonso de Montúfar, construyó una nueva Ermita, pues, la construida por su predecesor ya presentaba deficiencias en la construcción.

 

Nos informa también Fray Bernardino de Sahagún que llegaban indígenas no sólo por cientos, sino por miles para solicitar el bautismo y más aún, venían de tierras que ellos desconocían y sin ser empujados o forzados. La fe cristiana en México vino a tener una proyección tan grande que para finales del siglo XVII podemos encontrar prácticamente un México católico, entre españoles, criollos y mestizos. Ante un México que estaba prácticamente desaparecido, surgió, y con nuevas fuerzas, un México más fuerte y unido entre 2 pueblos que en un inicio eran irreconciliables.  La Madre de Dios, la Patroncita celestial, la Morenita del Tepeyac, hizo posible lo imposible y de sus manos amorosas surgió lo que hoy conocemos el Pueblo mexicano . Es por esto que para el mexicano, ser guadalupano, es algo esencial.

 

Pbro. Roberto Figueroa Méndez
Parroquia San Pablo Apóstol

Pastoral Siglo XXI

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